Estimados y asustados amigos
La historia política de Chile no es más que la historia de nuestra clase media.
La primera vez en nuestra historia en que los grupos conservadores sintieron temor fue a comienzos del siglo XX, cuando un impulsivo político, hijo de inmigrantes italianos de medio pelo, llamado Arturo Alessandri Palma, llamaba a levantarse a la clase obrera. Fue electo Presidente en el año 1920. Desgraciadamente todas sus promesas no pudieron ser cumplidas porque el país se empobreció por la crisis en Europa después de la Primera Guerra y por la salida al mercado del salitre artificial que arruinó nuestras exportaciones.
El Gobierno de Alessandri terminó en un golpe de Estado de Carlos Ibáñez del Campo, que fue un golpe muy sui generis, pues no derrocó al Presidente, sino que le pidió que hiciera lo que tenía que hacer: Una nueva Constitución Política, la separación de la Iglesia y el Estado y el Banco Central.
Nuestra clase media siguió luchando por sus intereses. A pesar de obtener algunos logros, había trabas fundamentales que impedían la movilidad social. Yo creo honestamente que una de esas trabas era que las universidades eran gratuitas (aunque parezca un contrasentido) Había problemas con la propiedad de la tierra, que creaban situaciones de feudalismo en algunos casos. Fue Jorge Alessandri quien comienza la Reforma Agraria, y fue luego Eduardo Frei Montalva quien lidera el proceso de la clase media para conseguir sus clamores de revolución en libertad, que en realidad solamente eran sus espacios de inclusión. Este período termina con Salvador Allende, quien se dejó llevar por ideologismos que no conducían a ninguna parte.
Algunos podrían llegar a pensar que la Concertación fue un cauce para la clase media. Desgraciadamente no lo fue, pues solamente se dedicó a administrar un modelo de desigualdades e injusticias. Es realmente lamentable que haya sido así porque se generó mucha presión social.
Hoy vemos nuevamente las voces de nuestra clase media en la calle. Reclaman derechos y que esto se arregle. Reclaman contra los grandes conglomerados empresariales, por sus abusos. Los grupos conservadores, una vez más, piensan que todo está bien, que el país va por la senda apropiada. No entienden los disgustos de la clase media. Nunca los han entendido. Y la razón no es ideológica, sino que es cultural.
Cuando joven yo trabajé en el sur como vendedor y viajaba junto a otros vendedores quienes eran mis amigos. Yo me gastaba mi sueldo en el Colegio de mis hijos y en vivir en un barrio decente. Mis colegas se preocupaban del auto y de los equipos de música. Sus hijos estudiaban en escuelas públicas, y vivían en poblaciones de mala muerte. Ganábamos todos lo mismo. Yo tenía el peor auto, la peor ropa. Pero vivía en la mejor casa. Yo perseguía intangibles: educación, status. Ellos perseguían cosas: automóviles, equipos. Mi situación actual es inimaginable para ellos. En cierta medida, represento aquello contra lo que ellos luchan.
El jardinero de mi casa me contaba el otro día que gana entre 800 mil y un millón de pesos mensuales. Un poco más de 30 mil pesos diarios. Entre él y su mujer se hacen cerca de 1 millón doscientos mil pesos al mes. Tiene una camioneta 4 x 4, tractor y cortadora de pasto eléctrica. Vive en un callamperío. Sus hijos están en una escuela pública. Muchos de nosotros ni siquiera tenemos este ingreso, sin embargo vivimos muchísimo mejor que él. Yo le pregunté ¿por qué hay gente que ganando menos que tú, vive mucho mejor? El mismo tiene la respuesta. El problema es cultural. Sus hijos con su primera mujer son ambos profesionales. El lo atribuye a que su primera mujer era empleada de una casa particular, por lo que se podía asesorar y buscar ejemplos. Esos ejemplos él no los tiene en su vida diaria.
La verdadera revolución que necesita nuestra clase media es que todos nos identifiquemos de una vez por toda en una misma clase. Tal como sucede en todo el mundo. Lo lamentable es que para que se dé esa revolución falta muchísimo tiempo.