Puras Brisas

Me he dado cuenta que vivimos en un mundo de fantasía. Tenemos la realidad absolutamente distorsionada.

Nuestra realidad ya no la estamos percibiendo de acuerdo a lo que nos pasa, sino que a lo que nos dicen que nos pasa, lo que muchas veces no es cierto.

Los Coreanos del Norte están felices con su dictador. Piensan que están en un mundo maravilloso. Les contaron que los de afuera se están muriendo de hambre.

Los Venezolanos están convencidos de que los fascistas se pusieron a acaparar la comida de los supermercados, y que los gringos les han negado la sal y el agua.

Los Cubanos acuden a votar religiosamente cada vez que se les convoca para nombrar al mismo dirigente que han tenido los últimos 50 años, quien ahora fue electo diputado.

Los Argentinos (al menos el 54%) están seguros que están en la gloria, mientras las cifras oficiales dicen que no hay inflación y los bolsillos se llenan de billetes sin valor.

El problema no es lo que ocurre afuera, pues yo puedo ver la paja en el ojo ajeno.

¿¿Cuál es el cuento que se me está contando a mi??

Déjenme abrirle un poco los ojos queridos amigos: nuestro querido Chile tiene el peor sistema de seguridad social del mundo.

Me van a tildar de comunista, mal agradecido, vendepatria, pero el problema es que no es un problema mío, sino que, desgraciadamente, de todos nosotros. No es ni siquiera un problema político sino que es la realidad cruda y tal cual es. Yo no soy ni de izquierda ni de derecha. Quizás por eso puedo ver las cosas con más objetividad. Pero acá tenemos una educación carísima, un sistema hospitalario como las pelotas y un sistema previsional para morir de hambre.

Pero tenemos crecimiento económico, no tenemos deuda externa y se nos considera un ejemplo en los foros internacionales.

Afortunadamente yo tengo recursos, no sufro discriminación ni soy ninguneado por cualquiera, y tengo los 1.200 pesos que me servirán para tomar el transantiago para ir a votar en la próxima elección.

Espero eso sí que algo cambie porque nos estamos metiendo en una olla a presión que en un tiempo más será difícil de controla

Este artículo fue escrito en Reflexiones. Enlace Permanente.

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